viernes, 27 de abril de 2007

El principio...

Las luces estaban apagadas, el pasadizo se había hecho largo y oscuro, cada uno de sus pasos se había hecho tan pesado que no sabia realmente si podría seguir así. Tenia miedo, como las aves volando al azar por el viento en busca de un lugar que no existe, solo pensando en la posibilidad de poder escapar, la oscuridad le había aturdido los sentidos, la luz de la luna le estaba haciendo compañía, ella estaba ahí, sintiéndose sola con la oscuridad, sentada en la grama, caminando por un destino que nunca encontró, volando por una ruta que no creía cierta, los rayos del claro de luna brillaban sobre sus lagrimas como la luz que se reflejada sobre un zafiro en medio de la oscuridad. Era sencillamente ella ahí, llorando por lo impetuoso que suele ser el mundo, por eso que lloran las personas cuando se escapan para estar solos, por eso en que piensan las personas cuando se percatan de que están solos, ahí estaba ella, y quizás era por eso por lo que lloraba, porque era ella, y estaba sola, solo el cielo sabe cual es el secreto tras las lagrimas de una mujer, ese pequeño fragmento de sublimidad que guardan un poco de luz y un poco de oscuridad, las tristes gotas que parecen un suspiro del cielo que no contuvo la fuerza del alma y se volvió dolor, solo el cielo conoce el secreto que se oculta tras las lagrimas y el silencio que se guarda en el miedo de esas almas de las que nadie se puede adueñar. Se estaba rindiendo, estaba aceptando aquello que no conocía, seguía caminando pero en sus piernas ya no había fuerza, su espalda dolía y sentía sangre donde una vez hubieron alas, la luz se fue apagando con sus esperanzas, se morían sus creencias pero talvez ya no había nada, caminaba y caminaba y no había nada mas que nada, la libertad no era mas que un espejismo en un camino que nunca terminaba, la soledad tenia un desagradable sabor a sangre y sus opciones se remitieron a sentarse y meditar. Es tan infinito el dolor, por un momento pensó en alargar sus manos a su espalda pero le aterro la idea de no sentir más sus alas. En aquel momento fundido en la oscuridad, tirado en un lugar del limbo oscuro que separa lo que se puede creer de lo real, sin darse cuenta estaba viendo algo de luz en el vació inmenso que le creaba la soledad, fue justo al darse cuenta de que había una pequeña parte del todo que no era como el resto, había un poco de luz en aquella infinita oscuridad. Era distante, iba muriendo a gotas, pero ahí estaba, de algún lugar saco fuerzas para poner en orden sus piernas, levantarse y echar a andar…